26 de marzo de 2008

De rehenes a ilegalidades.

Por: Fidel Eduardo Orellana


El secuestro de varios turistas belgas y dos guatemaltecos por parte de un grupo de campesinos afines al movimiento que lidera Ramiro Choc en Izabal ha venido a constituir sin duda un nuevo dolor de cabeza para el gobierno de Álvaro Colom.

Los medios escritos, radiales y televisivos del país han informado ampliamente sobre todos los detalles de este hecho que finalmente derivó en la liberación de los rehenes, asumiendo algunos de esos medios una prejuiciosa posición de censura contra el movimiento campesino. Y como ejercicio de reflexión vale la pena recordar algunos detalles de esos sucesos e incursionar en las motivaciones que orillaron a estas personas a tomar una medida tan radical y sobre todo a reflexionar sobre las consecuencias.

Como seguramente recordarán, en febrero de este año Ramiro Choc, dirigente campesino ampliamente conocido en Izabal (incluso fue candidato a diputado postulado por un partido de izquierda hace algunos años), fue detenido por las autoridades acusado de los delitos de usurpación, robo, detención ilegal y algún que otro ilícito más, producto de la denuncia interpuesta por la propietaria de un inmueble en el municipio de Livingston.

La medida hizo que decenas de familias se movilizaran sobre todo en el sector de Río Dulce, donde Ramiro ha desarrollado una labor más activa. La primera medida de hecho de sus seguidores fue tomar como rehenes a 29 agentes de la Policía Nacional Civil y condicionar su liberación por la del líder campesino. A cambio de la liberación de los elementos de seguridad, altos funcionarios del Gobierno se comprometieron a abrir una mesa de diálogo para discutir no solo ese, sino otros temas relacionados con la demanda de tierras de cientos de campesinos en Izabal.

Fue promesa gubernamental y por eso los campesinos de Río Dulce accedieron a dejar en libertad a los agentes de la PNC. Sin embargo, una vez que los elementos del cuerpo policial estuvieron a buen resguardo, el mismo Presidente de la República afirmó que no negociaría, yendo más allá al calificar de terroristas a quienes tomaron esta medida.

Duro golpe y decepción para el movimiento campesino, que esperaba hacerse escuchar y plantear demandas y necesidades al Gobierno. Pero también ingenuidad del Gobierno al pensar que todo el problema se había resuelto y que no se volvería a oír hablar del asunto. De ese dulce sueño fue despertado el régimen el Viernes de Dolores, cuando tradicionalmente la temporada turística se encuentra en su mejor momento; cuatro turistas belgas y dos guatemaltecos fueron retenidos y obligados a desplazarse por diferentes puntos del municipio de Livingston, difíciles de localizar.

De nuevo la demanda campesina para que se libere a Ramiro Choc y se aborde el tema de la tierra. Finalmente los turistas fueron liberados, pero hoy en circunstancias muy diferentes. Las fuerzas de seguridad incurren en la ilegalidad de tomar como rehenes a tres campesinos para canjearlos por los turistas, ahora sobreviene el agravante de un campesino muerto como consecuencia de la incursión de dichas fuerzas combinadas en una comunidad de ese municipio y la consecuente censura de la Procuraduría de los Derechos Humanos, que fungió como mediador en todo ese espinoso asunto y fue por tanto espectador privilegiado de todos los pormenores.

Pero hay más; sin duda la intención de los campesinos al capturar turistas extranjeros fue bien calculada, sabían que eso conllevaba un golpe al turismo, cierto, pero a cambio haría que los ojos del mundo se fijaran en esta parte del continente y lo que con tacto, con diplomacia pudo el Gobierno resolver sin levantar tanto polvo se ha convertido hoy en un problema serio sobre el que tendrá por lo menos que pronunciarse, dado que la comunidad internacional sabe que aquí, en Izabal, está pasando algo.

Que la toma de rehenes por parte de campesinos y Gobierno es una ilegalidad, eso nadie lo puede negar. Quizá el Presidente Colom se excedió al calificar de terroristas a los campesinos que tomaron estas medidas; de haber sido un grupo terrorista, con todas las letras, ni los policías ni los turistas belgas estarían hoy vivos.

De cualquier forma, hoy la Administración Colom está a prueba, porque de que hay demandas por la tierra las hay y esa es una realidad que la socialdemocracia que nos gobierna no podrá eludir, si es que es socialdemocracia.

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